Disparos en la oscuridad e idílica ciudad fantasma: nueva aventura de la pareja suiza. Parte 6

Serie: 4-Xtremes

A través de la estepa.

A paso de tortuga por el Cáucaso septentrional y Kazajistán: ¡una prueba de resistencia! Los Kammermann relatan cómo la aprobaron con su autocaravana Axor. Sexta parte de nuestra serie.

Primeras nieves y toneladas de barro: Kazajistán, cuyos 4 500 kilómetros atraviesan los Kammermann de oeste a este, resultó ser un destino repleto de aventuras.
Primeras nieves y toneladas de barro: Kazajistán, cuyos 4 500 kilómetros atraviesan los Kammermann de oeste a este, resultó ser un destino repleto de aventuras.
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Primeras nieves y toneladas de barro: Kazajistán, cuyos 4 500 kilómetros atraviesan los Kammermann de oeste a este, resultó ser un destino repleto de aventuras.

Hace un par de semanas vivimos un calor sofocante y ayer cayeron las primeras nieves; y hoy hemos aprendido lo cerca que pueden estar el éxito y la decepción. Al sur de Almatý, la mayor metrópolis de Kazajistán, nos hemos adentrado a través de nieblas espesas en las montañas Tian Shan. Ahí se encuentra el puerto de Zhusalykezen, a más de 3 300 metros de altitud.

Como supera a todos los puertos transitables de Europa, lo escogimos como sustituto para el «Xtreme» de la India, al que tuvimos que renunciar porque nos denegaron un visado. Al principio no estábamos seguros de poder llegar a este puerto de montaña antes de la entrada del invierno. Y, aunque ya cayeron las primeras nieves, ¡lo hemos conseguido! El gran «pero»: aquí hay una estación de investigación espacial y no se puede subir hasta la cima. Por lo menos, hoy no.


Seis horas diarias en la carretera.

Desde nuestro último artículo, salimos de Georgia y hemos recorrido el Cáucaso septentrional ruso y medio Kazajistán: unos 4 500 kilómetros. No mucho si lo comparamos con el trabajo diario de muchos camioneros, pero en buena parte avanzábamos tan lento que nos pasamos unas seis horas al día en la carretera. Además, en Georgia tuvimos que sustituir una junta. Pero los mecánicos consiguieron en seguida un recambio original Mercedes: ¡impresionante!

Antes de la frontera con Rusia nos temblaban las piernas. Cuentan muchas historias de los funcionarios rusos. Pero la realidad fue justo lo contrario: fue rápido, los funcionarios querían pegarnos una pegatina en la caja y nos regalaron pan y tomates. No obstante, el Cáucaso septentrional no es una región totalmente libre de problemas: del lado ruso había mucha presencia de la policía y el ejército. Tuvimos que pasar puestos de control e incluso una vez por un escáner corporal, como en el aeropuerto.


«Buen viaje», en un rótulo de Kazajistán: en el noveno país del mundo, los dos aventureros han visto fascinantes ciudades antiguas y enervantes carreteras en mal estado.
«Buen viaje», en un rótulo de Kazajistán: en el noveno país del mundo, los dos aventureros han visto fascinantes ciudades antiguas y enervantes carreteras en mal estado.

Disparos y faros orientables a media noche.

Siguiendo nuestra ruta, avanzamos un buen trecho y dirigimos nuestra vista hasta muchos kilómetros después, poco antes de Almatý, donde vino lo peor: queríamos pasar la noche junto a un río. Hierba verde bajo nuestros pies, árboles... ¡un pequeño paraíso! Hasta que hacia la medianoche oímos disparos y vimos en la otra orilla una pickup con faros orientables. Probablemente eran solo unos campesinos a la caza del zorro, pero no quisimos arriesgarnos, así que aceleramos y pasamos la noche junto a una gasolinera, donde también había camioneros durmiendo.

De vuelta a Rusia: habíamos planeado el tramo por el Cáucaso septentrional ruso como simple «paso» a Kazajistán. Tanto más nos sorprendió la diversidad de la región. Por ejemplo, en la República de Daguestán están las dunas de Sarykum, las más altas de Europa. Desde la cima solo se ven montañas y campos verdes, y piensa uno: «¡Esto no encaja!». La costa del Mar Caspio es de una belleza impresionante: arena prácticamente blanca, un horizonte infinito... y, cuando se pone el sol, se puede ver cómo se hace de noche. A un lado el sol; al otro, el horizonte oscuro, y en medio todos los colores del arco iris.


Sorprendentemente emocionante: los Kammermann subieron a la duna más alta de Europa y contemplaron el inmenso horizonte del Mar Caspio... todo ello en el Cáucaso septentrional ruso.
Sorprendentemente emocionante: los Kammermann subieron a la duna más alta de Europa y contemplaron el inmenso horizonte del Mar Caspio... todo ello en el Cáucaso septentrional ruso.
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Sorprendentemente emocionante: los Kammermann subieron a la duna más alta de Europa y contemplaron el inmenso horizonte del Mar Caspio... todo ello en el Cáucaso septentrional ruso.
Sorprendentemente emocionante: los Kammermann subieron a la duna más alta de Europa y contemplaron el inmenso horizonte del Mar Caspio... todo ello en el Cáucaso septentrional ruso.

Toca de nuevo conducir siguiendo la brújula, ¡qué emoción!

En la última sección antes de la frontera con Kazajistán, la navegación indicaba una «gran» carretera, pero todavía está en fase de proyecto. En un punto se acabó el asfalto y comenzó una pista de arena. Como estaba fuera de la ruta de la navegación y se bifurcaba una y otra vez, tuvimos que orientarnos con la brújula durante dos días. ¡Muy emocionante! Nos recordó nuestro viaje por América, en que solo teníamos mapas y brújula, pero siempre llegamos a nuestro destino, aunque fuese con algún rodeo.

Cruzamos Kazajistán, el noveno país del mundo en extensión, de oeste a este: unos 4 500 kilómetros. Por ser turistas, se nos permite permanecer solo 30 días. Por lo tanto, desde un principio quedaba claro que nos teníamos que dar prisa. Por desgracia, justo en los primeros 50 kilómetros el asfalto estaba lleno de baches que llegaban a las rodillas.


Horas de lucha contra el barro.

El segundo día, la cosa se puso aún más fea: en la estepa quisimos coger agua para nuestra reserva en un lago que tenía un terraplén acumulado en la orilla. Como nuestra manguera no alcanzaba para pasar por encima del terraplén, ascendimos con cuidado por él para poder llegar al agua. La rampa parecía estable, pero engañaba: el Axor se escurrió hacia la derecha.

Cinco horas de palear, colocar planchas para arena, palear, levantar las planchas del barro y vuelta a empezar. Llegó el momento en que se rompió la pala... y el barro no se acababa. Con cada intento de arrancar, el camión se inclinaba más aún. Hasta que llegó nuestro salvador: un lugareño que pasaba por ahí de casualidad y consiguió un camión para que nos sacara del atolladero. Al terminar, ya había salido la luna.


Hacer planes a paso de tortuga.

Los siguientes 1 300 kilómetros nos llevaron diez días. Las carreteras eran tan malas que el tráfico se desviaba a derecha e izquierda. Pero también por estas pistas avanzábamos lentísimo. No obstante, este difícil camino por la estepa tenía una ventaja: nos dio tiempo para debatir y trazar planes para proyectos futuros.

Kazajistán es conocida en todo el mundo por Baikonur. Teníamos en nuestra ruta, por supuesto, la base espacial situada en el centro del sur del país, especialmente porque habíamos leído sobre los prototipos que se pueden ver en ella. Pero nos llevamos un nuevo chasco: para visitar el recinto protegido hay que solicitarlo con una semana de antelación.

De ruinas y ciudades fantasma.

Baikonur y Almatý distan unos 1 400 kilómetros. En algún punto entre estas ciudades están las ruinas de Sauran. Los muros macizos dan una idea del tamaño de esta antigua ciudad de la Ruta de la seda. Un equipo ha comenzado la restauración, y tiene trabajo para algunos años. Trepamos por muros, encontramos trozos de vidrios de colores y nos habría encantado ponernos a cavar.

Un último momento destacado en Almatý: un cañón, cada vez más estrecho, que nos hizo tener que dejar el camión y seguir en la moto hasta una ciudad fantasma, con árboles otoñales entre casas en ruinas, que a diferencia del episodio nocturno no tenía nada de terrorífico. Acampamos dos días en el cañón y lavamos todo con agua fresca de montaña para librarnos del polvo de la estepa. Nos vamos a conceder un par de días más en la región y luego procuraremos superar los 1 200 kilómetros que nos quedan en Kazajistán antes de que expire el visado. A ver qué tal son las carreteras.


La séptima parte de la serie RoadStars saldrá a finales de noviembre. ¡Seguid al tanto!




Fotos: 4-Xtremes

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