4-Xtremes – Parte 36: Andrea y Mike no se alteran

Desde el puerto italiano de Génova salen muchos ferris a Barcelona. Cuando estéis leyendo esta entrada, habremos cruzado a España en uno de ellos. Con toda probabilidad. Porque ahora mismo, no hay nada que podamos asegurar al cien por cien durante el viaje. Eso es algo que ya hemos podido constatar varias veces en nuestra "World Tour", a lo largo de los 60.000 kilómetros que llevamos recorridos. En realidad, tampoco estaba previsto que hiciéramos una parada en Italia.

Quizá os acordéis: la última vez que escribimos lo hicimos desde Croacia, cuando ya no teníamos ninguna esperanza de poder avanzar hacia el este, tal como lo habíamos planeado. Y es que tanto en Rusia como más al sur de Irán se habían cerrado la fronteras por el coronavirus. Luego, de repente, nos enteramos de que algunos overlanders sí que habían conseguido entrar en el país. Así que nos pusimos a investigar de inmediato. Pero, aunque el país permitiera entonces la entrada a turistas de forma permanente: en ningún sitio encontramos información sobre posibles vías para continuar el viaje por ferry atravesando el golfo Pérsico y llegar a los Emiratos Árabes Unidos. Eso nos parecía demasiado arriesgado. Así que tocaba seguir hacia el oeste de Europa.

Con el Unimog por la ruta de senderismo.

A pesar de todos estos cambios de planes, también desde nuestro último informe hemos vivido muchas experiencias y descubierto muchas cosas. Por ejemplo, los lagos de Plitvice en Croacia con sus impresionantes cascadas. Aunque en otoño no lleven tanta agua como en otras épocas del año, compensa visitarlos porque hay que compartirlos con bastante menos gente. Interesante para los fans de Mercedes: quien quiera ahorrarse algunos pasos, puede desplazarse en trenecitos tirados por Unimogs a los puntos de salida de las rutas de senderismo. 

¿Se puede visitar Croacia sin hacer una incursión en el mar Adriático? ¡No! Por eso pusimos rumbo a Novi Vinodolski, un destino costero, y pilotamos nuestro Axor por una carretera sin asfaltar que se va estrechando hasta las ruinas del castillo Ledenice. En la cercana isla de Krk nos reunimos con unos amigos. Por la noche se desató una tormenta con vientos de 100 kilómetros por hora sobre nuestro camión, así que no pudimos pegar ojo. Pero se compensó al día siguiente con un lugar perdido en medio de la nada bastante espectacular: un complejo hotelero de los años 70 con 25 hectáreas de terreno y que se ha ido conquistando poco a poco por grafiteros y la naturaleza.

A paso de tortuga por el norte de Italia.

Los 500 kilómetros que nos separaban de Génova los hicimos a paso de tortuga, por carreteras alejadas de la autopista. Por el camino visitamos lugares como Portogruaro, con una torre-campanario llamativamente inclinada, que necesita ser apuntalada. También estuvimos en la iglesia "Santuario de la Bienaventurada Virgen de las Gracias", cerca de Mantua. Aquí se celebra cada año un festejo donde los mejores "madonnari" del mundo se reúnen en la plaza delante de la iglesia y pintan cuadros con santos utilizando tizas bendecidas. Tuvimos ocasión de admirar algunas de estas efímeras obras de arte.

Igual de peculiar que el festejo, es la propia iglesia. En el interior se puede contemplar un cocodrilo disecado suspendido del techo; en las paredes destacan las figuras en papel maché de los santos. Y en otra serie se representan los peligros que se pueden rehuir por intercesión divina. En otras palabras: los visitantes contemplan figuras que fallecen de forma aterradora.

En Pavía recogimos las dos bicicletas encargadas y directamente nos lanzamos a realizar varias rutas bajo un sol otoñal. Al Axor le concedimos un par de días de descanso en un aparcamiento a orillas del río Po. Que bien se los merecía. Y, además, aún nos queda mucho por hacer con nuestro fiel camión.

Fotos: 4-Xtremes