4-Xtremes – Parte 32: entre la burocracia y la tranquilidad

Serie: 4-Xtremes – The World Tour

¡Baches, allá vamos!

Agentes fronterizos quisquillosos, un mar de color rosa y una visita guiada con mímica por un yacimiento prehistórico: el viaje a Ucrania tiene muchas sorpresas reservadas para Andrea y Mike.


Al pensar en películas ambientadas en la época de la Unión Soviética, es inevitable que se vengan a la mente escenas amenazantes e inhóspitas de espionaje. Esa es posiblemente la razón por la que Ucrania no se encuentra en el top diez de destinos turísticos más populares. ¿Quién iba a pensar que tendría tantísimo que ofrecer?

Pero volvamos a Moldavia, desde donde queríamos cruzar la siguiente frontera equipados con un test de coronavirus de Rumanía. Con Ucrania como destino firme, Moldavia no sería más que un país de paso. Entre Moldavia y Ucrania se extiende el estado independiente pero no reconocido de Transnistria. Atravesarlo es la manera más directa y corta de llegar a Ucrania. Cualquier otra ruta por terreno moldavo supondría una cantidad notablemente mayor de kilómetros.


Fuera de las ciudades, el entorno se vuelve rural rápidamente …
Fuera de las ciudades, el entorno se vuelve rural rápidamente …
… y se llena de insectos.
… y se llena de insectos.
Campos más allá de donde alcanza la vista (del dron).
Campos más allá de donde alcanza la vista (del dron).
Llamativos acantilados sobre el mar: para los Kammermann, un lugar único en el que pernoctar.
Llamativos acantilados sobre el mar: para los Kammermann, un lugar único en el que pernoctar.

Sin moneda local no se entra.

Ya habíamos pasado el control fronterizo en esta república más bien desconocida y habíamos completado los trámites para la entrada. Solo faltaba abonar el peaje, y ahí fue justo donde fallamos. Como habíamos cruzado Moldavia sin detenernos, no teníamos moneda local. Los guardias fronterizos no aceptaban tarjeta de crédito, ni dólares estadounidenses ni leus rumanos. Resignados, nos retiramos e iniciamos un arduo desvío por Moldavia.

Al cruzar a Ucrania, llegaron las siguientes rarezas burocráticas: uno de los trámites consistía en descargar una aplicación y hacerse otra prueba de antígenos en el país en un plazo de 72 horas. Todo sigue un proceso estrictamente definido: las pruebas solo pueden realizarse en determinados laboratorios certificados que, después, nos «autorizan» en nombre del Estado a través de la aplicación para que podamos movernos libremente por el país. Nos recordó un poco a los tiempos del Bloque del Este.


El Axor supera hasta los baches más profundos.

El estado de las carreteras también contribuye a ello. Ya en Moldavia, rebotamos más que condujimos. Nos abrimos paso laboriosamente por el mosaico de alquitrán, grava u hormigón. Puede ser difícil de creer, pero las pistas fuera del asfalto son mucho menos agresivas con los materiales que los duros bordes de asfalto de los baches. No obstante, el Axor también afrontó estos desafíos de forma fiable, aunque Mike tuvo que controlar regularmente que los tornillos importantes estuvieran bien apretados. Al final, después de dos días, pudimos hacernos la prueba de antígenos en Odesa y la aplicación nos autorizó ese mismo día.

El estado de las carreteras no es lo único nefasto, también tuvimos que acostumbrarnos a los atascos constantes y al tráfico caótico de los alrededores de Odesa. A esto había que añadir conductores descarados que adelantan por la derecha, a veces incluso subiéndose a las aceras. Con la adrenalina por las nubes, dejamos la ciudad atrás y condujimos a lo largo del mar Negro en dirección al noreste. Nuestra primera parada fue un cañón arrasado sobre el mar, donde asentamos nuestro campamento en un acantilado.


Dejarse llevar: los Kammermann también lo han probado.
Dejarse llevar: los Kammermann también lo han probado.
A lo largo del camino aparecen edificios de la época soviética.
A lo largo del camino aparecen edificios de la época soviética.
Uno de los pocos petroglifos bien conservados.
Uno de los pocos petroglifos bien conservados.
Pese a no hablar la misma lengua, había mucho por descubrir: Mike con el historiador y el vigilante nocturno de las instalaciones.
Pese a no hablar la misma lengua, había mucho por descubrir: Mike con el historiador y el vigilante nocturno de las instalaciones.
Provisiones para el camino: samsas, empanadillas tradicionales. El horno para hacerlas está fijado en el pick-up.
Provisiones para el camino: samsas, empanadillas tradicionales. El horno para hacerlas está fijado en el pick-up.

Fogata romántica con borsch casero.

Sorprendentemente, en Ucrania hay varios desiertos. Uno es el semidesierto del Arenal de Oleshky, que tiene una superficie de más de 160 kilómetros cuadrados. La mayor parte se utiliza con fines militares, pero en el sur hay una reserva natural. Esa fue nuestra siguiente parada, donde pudimos pasar la noche en el medio de las dunas y probar borsch casero preparado al fuego, una sopa tradicional de Europa del este con remolacha y repollo.

La remolacha también podría haber sido el origen del mar de Sivash, nuestro siguiente destino. Al menos a juzgar por el color, ¡pues el mar es rosa! Cuando los factores de temperatura, radiación solar y salinidad son los adecuados, el betacaroteno de un alta verde especial hace que el mar se tiña de rosa: ¡una vista increíble! En el otro extremo del mar de Sivash se encuentra Crimea, la frontera atraviesa directamente la masa de agua. El mar es relativamente poco profundo y tiene un contenido de sal muy elevado por lo que, al igual que en el mar Muerto, es difícil sumergirse en él. Nos tomamos dos días libres y, literalmente, nos dejamos llevar por la marea.


Difíciles de descubrir: vestigios de la era prehistórica.

De nuevo en la carretera, si es que se le puede llamar así, pasamos por edificios abandonados en pueblos pequeños y tranquilos, vestigios de la época soviética. Tenemos que estar pendientes del tiempo que pasamos aquí, pues solo podemos quedarnos en Ucrania 30 días.

Nuestro siguiente destino es un yacimiento arqueológico del Paleolítico en la «óblast» (provincia) de Zaporiyia, probablemente el enclave histórico más antiguo que hemos visitado. Sin embargo, muchas de las grutas y cuevas se han derrumbado o se han llenado de arena, y para el ojo inexperto es imposible identificar rastros de una civilización anterior. Algo decepcionados, pasamos la noche en el aparcamiento para visitantes.


A la mañana siguiente, nos encontramos por casualidad con uno de los arqueólogos al salir a pasear con Aimée. Se ofreció a mostrarnos algunos petroglifos antes de que abriera el parque. Puesto que no hablaba inglés y nosotros no sabíamos ucraniano, trató de explicarnos este arte rupestre con gestos. Visto desde fuera, debió ser muy gracioso y, por desgracia, solo entendimos la mitad. ¡Pero son estas experiencias las que hacen que el viaje merezca la pena!

Ahora estamos a la orilla del inmenso río Dniéper, descansando. A veces, es al escribir nuestros relatos cuando nos damos de lo mucho que hemos vivido ya. Y lo que nos queda: Ucrania tiene mucho que ofrecer y no es un lugar tan gris, lúgubre e inhóspito como se podría suponer.


4-Xtremes – The World Tour.

Un viaje sin igual.

Andrea y Mike Kammermann llevan tres años viajando con su Axor. «4-Xtremes: The World Tour» es el lema del viaje que los dos suizos emprendieron a mediados de 2020 - ¡y que compartirán con la comunidad de RoadStars! Manteneos al día y no os perdáis ninguno de los impresionantes destinos a los que se dirige la pareja de aventureros.

Podéis encontrar las etapas actuales de la serie «4-Xtremes – The World Tour» aquí.

Podéis encontrar el curso del viaje antes de emprender la travesía hacia Sudamérica aquí.


Fotos: 4-Xtremes

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