Puente Avenida: De Irún a Hendaya

Reportaje

Los 112 metros de carretera que unieron España y Francia.

Hasta diciembre de 1915 no hubo un puente internacional que uniera España y Francia salvando el río Bidasoa por Irún. Antes de que ese año se inaugurara el emblemático Puente Avenida, viajeros y mercancías cruzaban de una a otra orilla en barca. La desconfianza entre dos países vecinos e históricamente enfrentados era tanta, que los ingenieros españoles equiparon el puente con todo lo necesario para dinamitarlo si las cosas se ponían feas. El Puente Avenida fue el primer paso internacional por carretera por el que España, sus mercancías y sus ciudadanos, se abrieron a Europa.


Un viejo refrán castellano dice que «las buenas vallas hacen buenos vecinos» y en nuestro caso el río que nos separa de Francia por la frontera de Irún es sin duda una muy buena valla.

En algunos de sus tramos el río Bidasoa sirve de línea divisoria oficial entre España y Francia, y casi llegando al final de su curso en la Bahía de Txingundi, el Bidasoa ha sido esa «buena valla» que históricamente ha separado las localidades vecinas de Irún (España) y de Hendaya (Francia).

Hasta bien avanzado el siglo XX era imposible pasar de España a Francia, y viceversa, a pie o en cualquier tipo de carro o vehículo, y hasta la inauguración el 4 de diciembre de 1915 del Puente Avenida, viajeros y mercancías transitaban de un lado a otro a través de las barcazas que prestaban servicio en la Punta de Santiago.

A esas alturas del siglo XX el ferrocarril era el único modo de transporte que desde 1862 cruzaba el río Bidasoa en ambas direcciones.



Un río en medio de dos potencias.

Como línea divisoria entre dos históricas potencias, el río Bidasoa ha sido protagonista de múltiples acontecimientos históricos, entre ellos la Paz de los Pirineos que puso fin a una de las muchas guerras que en el pasado sostuvieron España y Francia.

Representantes del rey español Felipe IV se reunieron con representantes del rey francés Luis XIV en la Isla de los Faisanes, un pedazo de tierra situado en el centro del río Bidasoa y que curiosamente y desde hace 350 años es de soberanía española del 1 de febrero al 31 de julio y de soberanía francesa el resto del calendario.

Probablemente, si en 1659 ya hubiera existido el Puente Avenida los negociadores españoles y franceses habrían podido reunirse en un lugar más adecuado y menos inhóspito

El Puente Avenida une a dos vecinos.

Fue el 4 de diciembre de 1915 cuando los 112 metros del Puente Avenida, llamado así porque su ubicación se planteó al final de la entonces llamada Avenida de Francia, unieron oficialmente por carretera las localidades de Irún y de Hendaya.

Bajo la supervisión técnica del teniente coronel de Ingenieros, Ignacio Ugarte, y del capitán, Agustín Gutiérrez, la construcción del Puente Avenida corrió a cargo del propio ayuntamiento irundarra, que gastó 340.000 pesetas en un proyecto que sirvió para que esta ciudad fronteriza se convirtiera -aún lo es a pesar del libre comercio entre España y la UE- en un epicentro de los intercambios comerciales entre España, Francia y Europa y con ello en uno de los núcleos de población más importantes de Guipúzcoa.


«El Puente Avenida se inauguró en diciembre de 1915 y fue el primer paso internacional que unió España y Francia por carretera».


Convertido en un símbolo de Irún, el Puente Avenida, que fue reabierto a peatones en el verano de 2020 tras varios meses de trabajos de reacondicionamiento, tiene desde su origen 112 metros de longitud, 11 metros de ancho (con una calzada de 7,60 metros para vehículos) y su estructura metálica pesa 365 toneladas. 

La iluminación llegó a este puente en 1917 y hasta ese momento tan sólo permanecía abierto de 6 a 22 horas.

Un puente para peatones y para camiones.

Hasta la construcción del vecino Puente de Santiago, el Puente Avenida fue durante décadas el paso obligado, el puente internacional para peatones, automóviles y camiones, entre España y Francia.

A pesar de ser inaugurado oficialmente en diciembre de 1915, lo cierto es que su apertura a vehículos no se produjo hasta que en 1916 se superaron las correspondientes pruebas de esfuerzo y resistencia.


«El tránsito de vehículos no se permitió hasta que en 1916 se realizaron las pruebas de resistencia. La iluminación llegaría en 1917 y hasta ese momento el puente abría de 6 a 22 horas».


Durante el primer año en servicio por el Puente Avenida transitaron 187.000 peatones, que en ese momento pagaron un peaje de cinco céntimos para ayudar a sufragar los costes de su construcción.

Por cierto, dada la histórica enemistad existente entre España y Francia, el gobierno español de la época obligó a que el Puente Avenida incorporara todo lo necesario para que en caso de conflicto armado pudiera ser dinamitado. Afortunadamente eso no sucedió.



Un puente con historia.

En las primeras semanas de la Guerra Civil el Puente Avenida fue testigo del incendio de Irún y del caótico éxodo a Francia de cientos de civiles y militares republicanos que huían de los combates y no fue hasta 1955 cuando este puente internacional abrió sus barreras de forma permanente a viajeros, vehículos y mercancías. 

Unos días antes España se había convertido en miembro de pleno derecho de Naciones Unidas y con ello se ponía fin al bloqueo internacional al que nuestro país estuvo sometido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Fue en el centro de este puente -en 1940- donde la Gestapo entregó a España al presidente de la Generalitat de Cataluña durante la IIª República, Lluís Companys.


«Cuando España entró a formar parte de Naciones Unidas el Puente Avenida abrió sus barreras de forma permanente».


Hasta el 1 de enero de 1986, fecha de la incorporación de España a la Unión Europea, Irún fue un punto fronterizo fundamental para la economía española, porque por esta ciudad salían y entraban buena parte de las exportaciones e importaciones que mantenían activa nuestra economía.

Tras la adhesión a la UE muchos puestos de trabajo y empresas relacionadas con los trámites y controles aduaneros desaparecieron, lo que obligó a que Irún tuviera que readaptarse a los nuevos tiempos. 

Mientras tanto fiel a su historia el Puente Avenida continuó y continúa hoy cruzando el río Bidasoa, salvando la distancia entre dos países que ayer fueron enemigos irreconciliables y que ahora son amigos y buenos vecinos.

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