Del mar Báltico al mundo: Lars y David reparten muebles a los clientes de un fabricante de Mecklemburgo con su Actros

Reportaje

Un trabajo de oficina algo diferente.

Un binomio compenetrado para el trabajo en equipo: cuando la oficina llega en semirremolque.


Por la mañanas, poco antes de las siete, las carreteras del noroeste de Mecklemburgo apenas están concurridas. Parece que el día aún no se haya puesto en marcha. Sin embargo, en Schönberg, en la instalaciones de Palmberg, donde el fabricante de muebles de oficina del mismo nombre tiene su sede, ya están trabajando a pleno rendimiento.

Sorprende el silencio en las naves, ya que aquí se realizan labores de corte, lijado, chapado y montaje a gran escala. La producción de los muebles de oficina discurre por cadenas de montaje hidráulicas, dotadas de control digital. Los empleados llevan a cabo muchas operaciones de forma totalmente automatizada, controlada, regulada y optimizada. Entre ellas se incluyen las del muelle de carga, al final del todo, donde convergen los diferentes artículos de un pedido y se agrupan para que encajen en la entrega.



En el exterior, las ágiles carretillas oruga eléctricas realizan maniobras con los semirremolques verdiblancos de PALMBERG por el muelle de carga. De antemano, los responsables de logística han planificado minuciosamente en el ordenador qué se coloca en el semirremolque y el orden a seguir. Lo trasladan a croquis de colores que entregan en mano a los empaquetadores. Así queda claro en qué orden se debe cargar, se aprovecha la superficie al máximo y, más tarde, al equipo de conductores lo tendrá más fácil para descargar. «Con los planos de carga encontraríamos cualquier objeto hasta durmiendo», comenta convencido Lars Nithammer.

Una vez concluido el proceso de carga, Lars Nithammer y David Mintzlaff, dos de los 95 conductores de PALMBERG, se hacen cargo del semirremolque. Un típico día de trabajo casi siempre empieza directamente en la garita. Aquí se les entrega la documentación y se les informa sobre la puerta donde ya espera su semirremolque, perfectamente cargado. Cuando el trayecto que tienen por delante va a ser de los largos, Lars y David suelen empezar las rutas con el Actros por la noche.



A ninguno de los dos les importa, forman un equipo compenetrado y llevan ya cinco años haciendo kilómetros para la empresa. David tiene a quien parecerse. «Mi padre es camionero desde hace más de 35 años y ya de niño me dejaba acompañarle. Después del instituto, hice un Ciclo Formativo de Grado Superior en Mecatrónica de Vehículos Automóviles y, directamente después, pasé a sentarme detrás de un volante», cuenta David, quien también ha nacido y se ha criado en la región.

Cuatro manos compenetradas.

Una vez revisada la documentación, realizan las maniobras de enganche e introducen las direcciones de entrega en el navegador. Hoy, excepcionalmente, van a conducir por los alrededores, hacia Lubeca. Una clínica, un consultorio médico y un organismo público están en su lista. Como juegan en casa, después de la ruta, toca fin de semana. Pocas veces se quedan por la región. Casi siempre viajan a la cuenca del Ruhr y al sur de Alemania. Pero, a menudo, llegan más lejos, recorriendo Europa.



«No importa lo entrenado que estés, una sola persona no puede hacer el montaje».

 —narra Lars Nithammer, conductor de PALMBERG



Los conductores de PALMBERG siempre trabajan en pareja, formando un equipo compenetrado. «Después de todo, llevamos mobiliario de oficina para entornos laborables completos que montamos directamente en las instalaciones del cliente. No importa lo entrenado que estés, una sola persona no puede hacer el montaje».Con dos conductores que se van turnando, obviamente las horas de descanso se pueden gestionar también más fácilmente. Además, «el compañero es muy importante, tanto cuando te guía como cuando ayuda con el navegador», explica Lars.

Por cierto, que la ruta preferida de David y Lars es la que va a Suiza. «La vida es totalmente diferente allí, tienen una mentalidad absolutamente distinta. La gente allí es muy amable y abierta. Nadie toca el claxon si uno se tiene que parar un momento en la carretera», cuenta David, mientras conduce al volante.

El entusiasmo profesional de ambos se debe en buena medida a su vehículo, un Actros 1842 con la versión de cabina GigaSpace. «No hay mejor cabina precisamente cuando se trabaja como un binomio», indica Lars, quien no pierde de vista la ruta desde su asiento del acompañante. A lo que David añade: «Solo por la iluminación de ambiente y las camas supercómodas ya uno se siente de viaje casi tan a gusto como en su propia casa».


Fotos: Sebastian Vollmert
Vídeo: Martin Schneider-Lau

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