4-Xtremes – Parte 71: Un palco en el «fin del mundo»

Serie: 4-Xtremes – The World Tour

¡Conseguido!

Andrea y Mike llegan al sur de Tierra del Fuego: el «fin del mundo». La etapa hasta llegar allí se alarga... y se las trae. Desde barcos sorprendentemente pequeños y plagas peludas hasta cruces fronterizos y un invierno repentino.

¡Bienvenidos a Tierra de Fuego! El nombre del extremo sur de Sudamérica se remonta al marinero Fernando de Magallanes, que asegura haber visto aquí innumerables fuegos encendidos por los habitantes indígenas de la región.


Ushuaia se encuentra en el sur de Isla Grande de Tierra del Fuego. La ciudad es una especie de lugar de peregrinación para viajeros. No es de extrañar, ya que se considera el «fin del mundo». Quien, de alguna manera, tiene la posibilidad, quiere estar allí alguna vez. Hoy os podemos anunciar que el Axor y nosotros hemos alcanzado este gran destino de etapa de nuestro «4-Xtremes – The World Tour».

El camino hasta aquí ha sido largo (es lo que tiene viajar al «fin del mundo»). Incluso el último tramo del que os hablamos hoy se extiende a lo largo de unos 1000 kilómetros. Comienza en la localidad costera de Puerto San Julián, en la provincia argentina de Santa Cruz. En la reproducción a escala de la «Nao Victoria». Y con asombro por lo pequeño que era el barco con el que se dio la vuelta al mundo por primera vez. En 1519 zarparon cinco barcos, todos de entre 20 y 30 metros de eslora y de 6 a 10 metros de manga, bajo el mando del marinero portugués Fernando de Magallanes. A bordo había un total de 237 tripulantes. Unos tres años más tarde, solo la «Nao Victoria» regresó al puerto de origen, con una tripulación de 18 personas.


Más pequeño de lo esperado, más alto de lo normal: la reproducción fiel de un barco de la flota de Magallanes, y el oleaje de la costa atlántica de Argentina.
Más pequeño de lo esperado, más alto de lo normal: la reproducción fiel de un barco de la flota de Magallanes, y el oleaje de la costa atlántica de Argentina.
Más pequeño de lo esperado, más alto de lo normal: la reproducción fiel de un barco de la flota de Magallanes, y el oleaje de la costa atlántica de Argentina.
Más pequeño de lo esperado, más alto de lo normal: la reproducción fiel de un barco de la flota de Magallanes, y el oleaje de la costa atlántica de Argentina.

De Argentina a Chile y vuelta.

El siguiente destino es el parque nacional Monte León, también en la provincia de Santa Cruz, en la costa. Al igual que más al norte, aquí viven un montón de pingüinos de Magallanes y leones marinos. Pero más aún nos fascina la enorme diferencia entre la marea baja y la alta: ¡nueve metros! Con la marea baja, tomamos fotos desde la playa. 

Tras unos 420 kilómetros, la Ruta 3 se convierte en la Ruta 255. Porque cruzamos la frontera con Chile. Lo hacemos sin problemas. Sin embargo, en los días anteriores tuvimos que adaptar bastante nuestras reservas de comida. Chile prohíbe la entrada de alimentos frescos como frutas, verduras, carne y productos lácteos. Cuando cruzamos la frontera, solo nos queda a bordo arroz, pasta y verduras en latas.



En ferry por el estrecho de Magallanes.

Una hora larga después, esperamos al ferry con el que cruzaremos el estrecho de Magallanes, que debe su nombre al legendario marinero que se considera su descubridor. Una vez en el barco, todo va bastante rápido. 30 minutos más tarde llegamos a Tierra del Fuego. El extremo sur de Sudamérica se llama así porque Magallanes asegura haber visto aquí innumerables fuegos de la población indígena.

Cuando llegamos a Isla Grande de Tierra del Fuego, en lugar de continuar la ruta directa hacia el sur, tomamos una carretera más pequeña que transcurre a lo largo del estrecho de Magallanes. O mejor dicho: conducimos por una pista de grava junto a la carretera, que está en obras. Así que volvemos a reducir la presión de los neumáticos para que la conducción sea mucho más confortable. Al cabo de un rato, nos encontramos con un Arocs de color naranja brillante con caja de volquete.


Tras la luz del sol llega el mal tiempo: en Tierra del Fuego, el tiempo cambia rápidamente y con mucha frecuencia.
Tras la luz del sol llega el mal tiempo: en Tierra del Fuego, el tiempo cambia rápidamente y con mucha frecuencia.
Tras la luz del sol llega el mal tiempo: en Tierra del Fuego, el tiempo cambia rápidamente y con mucha frecuencia.
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Tras la luz del sol llega el mal tiempo: en Tierra del Fuego, el tiempo cambia rápidamente y con mucha frecuencia.
Tras la luz del sol llega el mal tiempo: en Tierra del Fuego, el tiempo cambia rápidamente y con mucha frecuencia.
Tras la luz del sol llega el mal tiempo: en Tierra del Fuego, el tiempo cambia rápidamente y con mucha frecuencia.
Tras la luz del sol llega el mal tiempo: en Tierra del Fuego, el tiempo cambia rápidamente y con mucha frecuencia.

Plaga de castores y dinero en efectivo.

Como no nos gusta conducir en la oscuridad, pasamos una noche junto a la pista. Por la noche, nada más terminar el tráfico de las obras, vemos una familia de castores. Aunque estos pequeños animales parezcan adorables, en Tierra del Fuego son una plaga. El castor fue introducido en los años 40 por peleteros de Norteamérica. Dado que en Sudamérica no tiene ningún enemigo natural, se extiende de forma imparable y roe los árboles. Con enormes consecuencias para todo el ecosistema.

Al día siguiente llegamos a Porvenir. En esta pequeña y encantadora ciudad de 7000 habitantes, retiramos pesos chilenos en efectivo y compramos una tarjeta SIM y algunos alimentos frescos en pequeñas tiendas. La gente es muy simpática y se alegra de tener contacto con los viajeros. Un buen trecho más adelante, vemos la única colonia de pingüinos rey fuera de las islas subantárticas.


¡Por fin bosque otra vez!

La frontera entre Chile y Argentina transcurre en línea recta a través de Isla Grande de Tierra del Fuego. La atravesamos y, al cabo de unos kilómetros, llegamos a la costa atlántica. Al sur de la ciudad costera de Rio Grande, el paisaje cambia. Después de semanas rodeados de semidesiertos y estepas, volvemos a ver árboles y ríos. 

En el lago de Fagnano, el más grande de Tierra del Fuego, hacemos una pausa. El verde exuberante del bosque de hayas y la coloración del agua en el que se refleja son una maravilla.

Unos días después, llegamos por fin a Ushuaia. La ciudad, con más de 100.000 habitantes, se extiende a los pies de una montaña a orillas del Canal Beagle. En el puerto hay atracado un crucero, y sus pasajeros inundan la ciudad. Guardamos cola educadamente para hacernos una foto junto al cartel de «Fin del mundo». Una vez hecho esto, conducimos para pasar la noche en un mirador con vistas a la ciudad. Pero lo mejor es que, a través de la ventana de nuestra estructura habitable, podemos observar ballenas. Un verdadero palco.


El fin no es el final.

El tiempo aquí es extremadamente cambiante. Con sol, atravesamos la «puerta de la ciudad» de Ushuaia, y paseamos por la orilla con un tiempo magnífico. A la mañana siguiente caen espesos copos de nieve. No hace suficiente frío para que cuaje, pero la nieve es bonita. Pasamos un agradable «día de invierno» y a la mañana siguiente disfrutamos de un amanecer espectacular.


Ushuaia puede que sea el fin del mundo, pero no el final de nuestro viaje. A partir de ahora, para nosotros solo existe una dirección: hacia el norte.


4-Xtremes – The World Tour.

Un viaje sin igual.

Andrea y Mike Kammermann llevan tres años viajando con su Axor. «4-Xtremes: The World Tour» es el lema del viaje que los dos suizos emprendieron a mediados de 2020 - ¡y que compartirán con la comunidad de RoadStars! Manteneos al día y no os perdáis ninguno de los impresionantes destinos a los que se dirige la pareja de aventureros.

Podéis encontrar las etapas actuales de la serie «4-Xtremes – The World Tour» aquí.

Podéis encontrar el curso del viaje antes de emprender la travesía hacia Sudamérica aquí.


Fotos: 4-Xtremes

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