4-Xtremes – Parte 30: Saludos desde Transilvania

Serie: 4-Xtremes – The World Tour

¡Ningún oso a bordo!

Una noria gigante, una exposición «aterradora», y un cara a cara con la familia oso: Rumanía tiene muchas sorpresas preparadas para los Kammermann.

Viajando por la Transalpina.


Muchas veces se dice de los destinos de los viajes que son «variados». A Rumanía, ese calificativo se le queda corto. Todo lo que nos hemos «llevado» en dos semanas ha sido extraordinario hasta para nosotros.

Hungría ya nos ofreció mucho desde el punto de vista de la conducción, pero Rumanía fue un paso más allá. Hasta las carreteras principales son toda una experiencia. Pasamos por pueblos en los que se podían desde casas de madera a floridas mansiones de varios pisos, con todos los estilos arquitectónicos posibles entre medias. También nos sorprendió que los carros de caballos siguieran siendo parte del paisaje.


Vistas profundas.

Queríamos conducir por los puertos de montaña a toda costa. Solo por librarnos del sofocante calor. Las carreteras de montaña más conocidas de Rumanía son la Transalpina y la Transfagarasan. Primero, nos decidimos por la Transalpina. Por aquí solo suelen pasar pequeños vehículos todoterreno. Sin embargo, Mike confiaba en que el Axor no nos dejaría tirados. Tenía razón. Aun así, el viaje me deparó varias subidas de adrenalina al mirar hacia los precipicios desde el lado del acompañante. Eso sí, al final, la recompensa de los esfuerzos del día fue disfrutar de la puesta de sol desde el puerto de montaña. Nuestro lugar de dormir también fue poco habitual: junto a un telesilla, ¿cuántas veces se presenta una ocasión así?


El segundo viaje por la montaña nos llevó por la carretera de Transfagarasan, con sus interminables curvas serpenteantes. El Axor no tuvo ningún problema en subir: solo había que colocar la reductora y avanzar lentamente. Por el contrario, en el camino de vuelta al valle, Mike tuvo que prestar atención de que los frenos no se sobrecalentaran, porque no tenemos retardador. Pero fue todo bien.

Volvamos a la subida: Viniendo desde el sur, en Transfagarasan se pasa por un embalse, el lugar perfecto para un descanso a mediodía. Dejamos salir a Aimée, abrimos las puertas como siempre que hay buen tiempo y empezamos a cocinar. Mientras, hablamos de las advertencias sobre osos que hay a lo largo de la ruta. En esta carretera tan transitada, no contábamos con encontrarnos con un oso. Nos equivocamos. Poco después, con Aimée ya de vuelta dentro, por suerte, miramos desde la puerta sin poder creer lo que veíamos. ¡Justo detrás del Axor hay una osa con dos oseznos! Se nos cortó la respiración por un momento. Enseguida nos pusimos en marcha: cerrar las puertas rápidamente y recoger la comida, porque no queríamos atraer a la familia.


Fuera del tiempo: los carros de caballos siguen siendo parte del paisaje de Rumanía.
Fuera del tiempo: los carros de caballos siguen siendo parte del paisaje de Rumanía.
Descanso para Andrea y Mike...
Descanso para Andrea y Mike...
… y un baño fresco para Aimee.
… y un baño fresco para Aimee.
Diversión para Mike y el Axor.
Diversión para Mike y el Axor.
El esfuerzo valió la pena.
El esfuerzo valió la pena.

Hicimos un par de fotos con el corazón desbocado. ¿Dónde estaba el espray de pimienta? Las noticias sobre osos que irrumpen en autocaravanas nos llenaban la cabeza. Por suerte, la osa y sus pequeños tuvieron compasión y pudimos marcharnos de allí rápidamente.

Al llegar al puerto, no nos creíamos lo que veíamos: al parecer, no éramos los únicos que buscaban la montaña para escapar del calor. Había un montón de vehículos al borde de la carretera y gente andando por la calzada. Arriba del todo nos esperaba un túnel con una marca de 3,60 metros de altura. Nuestro Axor mide 3,70 metros de alto. Por suerte, habíamos investigado y sabíamos que habían pasado por ahí vehículos más altos aún. Aun así, tuvimos que llevar cuidado, porque el túnel es bastante oscuro y de vez en cuando sobresalen hierros del armazón del techo.


Parece que solo falta el botón en la oreja, pero hay que prestar atención.
Parece que solo falta el botón en la oreja, pero hay que prestar atención.
Una gran estación en el paso de Transfagarasan.
Una gran estación en el paso de Transfagarasan.
Rumanía también tiene algunas joyas arquitectónicas.
Rumanía también tiene algunas joyas arquitectónicas.
Un vistazo a 112 metros de profundidad.
Un vistazo a 112 metros de profundidad.
Se puede subir en barca…
Se puede subir en barca…
…o jugar al minigolf.
…o jugar al minigolf.
Encanto y muchos turistas: la ciudad de Sighișoara.
Encanto y muchos turistas: la ciudad de Sighișoara.
Un escenario de ensueño para pasar la noche, de no haber sido por la tormenta…
Un escenario de ensueño para pasar la noche, de no haber sido por la tormenta…

Un lugar que temer.

Los Cárpatos, Transilvania, castillos y palacios llenos de misterio... incluso sin osos, Rumanía ofrece muchas posibilidades para dejar volar la fantasía. Queríamos vivir todo eso, así que visitamos el castillo de Hunyadi, también conocido como castillo de Corvino. ¿Dónde si no allí se podría ver una exposición sobre tortura? Los abundantes efectos visuales y acústicos del lugar junto al castillo consiguieron ponernos los pelos de punta más de una vez. Mejor os ahorramos las fotos que hicimos allí.

El contraste nos esperaba en Valaquia, en un convento de mujeres ortodoxo del siglo XVI, con un gran ambiente. También nos gustó mucho encontrar un lugar exótico donde pasar la noche en Alba Iulia, junto al muro de la fortaleza. ¿A que no sabéis a quién nos encontramos allí? ¡A un RoadStar rumano! ¡Qué agradable sorpresa!


112 metros bajo tierra.

Seguimos nuestro viaje, que nos llevó a las profundidades de la tierra, a la antigua mina de sal de Turda, ¡ 112 metros bajo la superficie! Tras el final del socialismo, las minas se convirtieron en una atracción turística. Es increíble lo que se ofrece: Los visitantes pueden jugar al tenis de mesa, al minigolf o montar en la noria. La mina Iosif tiene hasta barcas para remar alrededor de una isla de sal. Aquí abajo nos sentimos como en otro planeta, así que volvemos a la superficie. 

Después de parar en la ciudad de Sighișoara y el castillo de Rupea, acampamos en una meseta junto a un volcán extinto. En la ladera ha surgido un pequeño pueblo en el que se rueda una serie del oeste desde mayo. Por desgracia, el acceso está cerrado, así que no podemos hacer excursiones.


Huir antes de la tormenta.

Por desgracia, antes de poder dormir, tuvimos que abandonar el lugar. Sobre las 22, se desató una fuerte tormenta con muchos relámpagos. En un caso así, aparcar en una meseta no es buena idea. Condujimos a una pequeña depresión para no estar en el punto más alto y reducir la posibilidad de que nos alcanzara un rayo.

Hemos visto muchas cosas increíbles en Rumanía en las últimas semanas. Estamos ansiosos por ver qué más nos depara el país.


4-Xtremes – The World Tour.

Un viaje sin igual.

Andrea y Mike Kammermann llevan tres años viajando con su Axor. «4-Xtremes: The World Tour» es el lema del viaje que los dos suizos emprendieron a mediados de 2020 - ¡y que compartirán con la comunidad de RoadStars! Manteneos al día y no os perdáis ninguno de los impresionantes destinos a los que se dirige la pareja de aventureros.

Podéis encontrar las etapas actuales de la serie «4-Xtremes – The World Tour» aquí.

Podéis encontrar el curso del viaje antes de emprender la travesía hacia Sudamérica aquí.


Fotosgrafías: 4-Xtremes

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