Unimog contra el fuego: el todoterreno de Marsella

Reportaje

¡Agua va!

Yves está destinado en el cuerpo de bomberos de Marsella y presta su servicio en un Unimog.


Un invernal cielo azul oscuro cubre en bóveda la ciudad de Gardanne, en el departamento de Bocas del Ródano. Un Unimog U 5023 rojo se mueve lentamente por un terreno impracticable. La tripulación entrena aquí la conducción todoterreno.


En contacto directo con el fuego.

Para su entrenamiento, el batallón utiliza el Centro Francis Arrighi, Domaine de Valabre, en el oeste de Gardanne. Allí se encuentra la École d'application de Sécurité Civile, un centro de formación utilizado por el servicio francés de protección civil. Uno de sus instructores es Yves, que hoy circula fuera de la carretera con el vehículo autobomba. «Aprovechamos los meses de invierno para realizar actividades de formación fuera del asfalto, ya que los U 5023 están en contacto directo con el fuego en los incendios de vegetación y, en muchos casos, lejos de carreteras y caminos».

Pasión desde hace 33 años.

Yves, de 51 años de edad, estaba antes en el cuerpo de bomberos voluntario. Después de 33 años, sigue afirmando lo mismo: «Mi trabajo es mi pasión». Tras obtener una cualificación como formador para el Unimog, en 2010 se convirtió en instructor de conducción, pero cuatro años después volvió a la lucha contra incendios. Desde 2017 entrena de nuevo a los reclutas en el uso del Unimog junto con otros dos compañeros.



«Intentamos transmitir nuestra experiencia para que los reclutas eviten cometer errores graves».

– Yves, instructor de conducción para el Unimog 


«Intentamos transmitir nuestra experiencia para que eviten cometer errores graves». Por eso, el curso de 14 días consta de dos partes. Una primera unidad de formación explica el uso de la bomba y de las características de seguridad. Pues el Unimog tiene muchas. La cabina está equipada con máscaras de oxígeno y una botella de oxígeno que permite a los tres miembros de la tripulación habitual y a una cuarta persona sobrevivir en las llamas durante cinco minutos. En caso necesario, el vehículo dispone de una bomba de 15 bar accionada por un árbol de toma de fuerza, además de una bomba eléctrica que no requiere oxígeno. Esta bomba suministra agua al dispositivo de autoprotección.



Varias toberas distribuidas en la superestructura generan una neblina de agua que rodea completamente el vehículo, protegiéndolo del efecto del calor. La protección contra el calor está garantizada durante al menos tres minutos, tiempo suficiente para atravesar una pared de fuego o sobrevivir a un rodillo de fuego. Por eso, al menos 400 de los 4000 litros de agua del tanque de extinción de incendios están reservados para una situación de emergencia de este tipo. Un cuadro de mandos situado entre los asientos delanteros permite controlar los niveles de agua o analizar averías en la bomba, así como manejar la sirena, la luz omnidireccional azul, los faros adicionales y el altavoz exterior.



«En los incendios de vegetación siempre interviene un equipo formado por cuatro Unimogs y un vehículo de mando. El equipo también puede solicitar apoyo aéreo, bien de los dos helicópteros de extinción propios o bien de los aviones cisterna estacionados en la base de Nîmes-Garons», explica Yves sobre la forma de trabajar del batallón.



Por su propia seguridad, los bomberos en primera línea deben saber dominar sus vehículos también fuera del asfalto: las pendientes extremas, las cuestas o las inclinaciones laterales no deben ser obstáculo para acercarse al foco del incendio o para realizar maniobras de retirada. Por ello, la segunda semana de formación se dedica a un entrenamiento intensivo de conducción y donde es imprescindible dominar el Unimog a la perfección.


Fotografías: Hans Müller, Marseille & Viking Air Ltd.

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