Literatura y transporte: De Stephen King a Pérez Reverte

Reportaje

Historias de villanos y de héroes.

Sin duda que la literatura tiene una deuda con el transporte y con los transportistas. Es cierto que existen películas míticas de camiones y camioneros, pero a cambio existen pocas novelas o relatos del mismo rango. Salvo «Camiones» de Stephen King o «Un asunto de honor» de Arturo Pérez Reverte, la buena literatura que tenga como protagonistas a los camiones y a sus profesionales brilla por su inexistencia.


La literatura tiene una deuda con el transporte. Mientras que el cine nos ha proporcionado algunas películas míticas de camiones y camioneros (El salario del miedo, El diablo sobre ruedas, Nunca hables con extraños o Convoy), por el contrario y salvo excepciones hay pocas novelas o relatos que se hayan adentrado en el mundo del transporte por carretera. ¿Cuál es la razón?

Quizá porque se trata de un mundo de máquinas y de profesionales con el que nos hemos acostumbrado a convivir a diario, pero que en el fondo es un gran desconocido para la sociedad a la que sirven. 

Es posible que el transporte por carretera sea una temática que no vende y quizá no vende porque nadie se ha puesto a escribir sobre ella más allá de las modestas obras autobiográficas que circulan por internet.

El camión está en nuestro ADN, tanto que entre otros ejemplos podemos citar que el padre de «Manolito Gafotas» (Elvira Lindo) es camionero y que incluso el nombre de «manolito» es herencia del nombre del camión de su padre.


«El guión de la película “El diablo sobre ruedas” de Steven Spielberg está basado en la novela corta “Duel”».



Duel: El diablo sobre ruedas.

En 1971 un desconocido Steven Spielberg rodó una de sus primeras películas, «Duel», un film que en España se comercializó con el título de «El diablo sobre ruedas». En este caso el guión de Richard Matterson estaba basado en una novela corta del mismo nombre.

Es curioso pero como sucede en «Duel» buena parte de lo que se ha escrito sobre camiones entraría dentro del género «terror». Hablamos de camioneros locos que nunca se dan a conocer y que conducen amenazantes máquinas que de forma obsesiva persiguen a los mortales por las carreteras de extraños planetas.



Los camiones de Stephen King.

«En el exterior había siete y ocho camiones pesados, y sus motores roncaban apagada y acompasadamente, con un ronroneo de grandes felinos. Había un par de Macks, un Hemingway y cuatro o cinco Reos…»

Así comienza «Camiones», el relato que en 1978 publicó el escritor británico Stephen King en la colección «El umbral de la noche», junto con títulos tan inolvidables como «Los chicos del maíz»  o «Los misterios del gusano».

Pero tratándose de camiones y de Stephen King que nadie espere un mundo maravilloso. Al contrario. La trama de este relato nos presenta a un grupo de personas que se encuentran atrapadas en la cafetería de una autopista cualquiera.

Están rodeadas por camiones que se conduce a sí mismos y que atacan a todo aquel que trate de escapar. Así que no les queda otra alternativa que tener paciencia y esperar a que los depósitos de los camiones se vacíen.


«En “Un asunto de honor” Pérez Reverte rompe con las historias de camioneros locos y camiones maléficos».



Arturo Pérez Reverte y su héroe camionero.

«Era la más linda Cenicienta que vi nunca. Tenía 16 años, un libro de piratas bajo la almohada y, como en los cuentos, una hermanastra mala que había vendido su virginidad al portugués Almeida…».

En 1995 Arturo Pérez Reverte escribió «Un asunto de honor», novela corta de buenos y malos que en 1996 fue adaptada y llevada al cine por Enrique Urbizu con el título de «Cachito», con Jorge Perugorría y Amaia Carmona como protagonistas.

«Un asunto de honor» rompe con los terroríficos relatos de camiones para contarnos la historia de un auténtico caballero andante, Manolo Jarales, un camionero de 27 años que un día entra en el puticlub donde tienen encerrada a María, una adolescente a la que acabará liberando de las garras del chulo y violento Almeida.


Los camioneros imaginarios de Françoise Rey.

Siempre se dijo que los camioneros, como los marineros, tienen una mujer en cada puerto, pero quienes conocen esta profesión saben que eso no es cierto, como tampoco lo son otras muchas leyendas que rodean la profesión de transportista.

Pero en 2010 la escritora francesa Françoise Rey regresó en «Camiones de ternura» al manido tema de camioneros, sexo, drogas y alcohol: «Eran bellos, bellísimos, radiantes, casi irreales de puro espléndidos. Les gustaba la cerveza, el vino, el alcohol, el humo que alucina, la carretera y el sudor, la fatiga vencida, los horizontes lejanos, al agua, la tierra, el fuego, las especias y sobre todo la música y la danza. Eran altos, altísimos, gigantes musculosos y viriles. Y homosexuales…».

A cualquiera que conozca el mundo del transporte le cuesta imaginarse a los camioneros que nos describe Françoise Rey en «Camiones de ternura». Los profesionales de hoy -y también los de 2010- respetan los horarios de conducción y descanso, no consumen bebidas alcohólicas ni drogas y cumplen con su trabajo con profesionalidad.


El cuento de un camión de papel.

Y vamos a finalizar este repaso por la literatura dedicada a los camiones y a los camioneros con un maravilloso cuento de Roberto Aliaga y que en una de sus ediciones más interesantes cuenta con ilustraciones de la artista italiana Claudia Ranucci.

«El camión de papel» nos relata la historia de Uriel, un señor que un día llega a Villasilla a bordo de un camión de papel y que además se da el caso curioso de que su rostro es de cartón.

El objetivo de Uriel es recoger todo el papel del pueblo, incluso el usado. Un cuento para enseñarnos a reciclar desde la infancia.

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