Rally: El conductor Simón de los Santos vive su sueño

Reportaje

Siempre arriba.

A bordo de su Actros, puntualidad y seguridad son las prioridades de Simón de los Santos. Su verdadera pasión, sin embargo, es la velocidad.

Fin de la semana laboral –Simón desengancha el semi­rremolque de su camión.


No puede ser… ninguna de las aplicaciones que pronostican el tiempo proporciona informaciones fiables acerca de las condiciones meteorológicas. ¿Qué neumáticos poner, los de lluvia o los de seco? Simón tiene que tomar rápidamente una decisión: durante la noche ha llovido y abajo en el valle la carretera aún está húmeda, mientras que arriba, en la cumbre de la montaña, la pista ya debería haberse secado lo suficiente. El cielo está completamente nublado. En 20 minutos comienza el recorrido de prueba. Cinco metros más allá, otro piloto acelera su vehículo. Son las 8:15 horas de una mañana de domingo.

Dos días antes, en Lesaka, provincia de Navarra, 30 minutos al sureste de Donostia-San Sebastián: Simón de los Santos acaba de volver de Nantes y comienza a desenganchar el semirremolque refrigerado de su tractora. Pasó cinco días en rutas francesas suministrando pan a diversos clientes del Grupo Bidasoa, empresa para la cual la pequeña firma de su familia realiza encargos con una flota de dos Actros 1845. “Estoy acostumbrado a pasar varios días en ruta, es parte del trabajo”, dice Simón quitándose los guantes de trabajo. Ágilmente vuelve a subir a la cabina para coger la carta de porte. De ahí se dirige al almacén y finalmente se despide de sus colegas antes de abandonar las instalaciones. El fin de semana ha comenzado y Simón puede dedicarse a su pasatiempo: las carreras de rally. Este conductor participa como piloto tanto en el Campeonato Vasco de Montaña como en el Campeonato Navarro de Montaña.


El Actros siempre los acompaña. El logo de la empresa familiar adorna el lateral del coche de rally.


Navarra, situada entre los Pirineos y el río Ebro, es una pujante región de gran potencial económico y la pequeña firma familiar cuenta con un considerable volumen de pedidos. El hermano mayor de Simón, Mauro, participa en la dirección de la empresa y su madre se hace cargo de la contabilidad. Simón es soltero y volver a casa sólo durante el fin de semana no supone un problema. “Suelo dormir muy bien en el camión”, dice el conductor de 26 años. Por la noche, en su litera,se entretiene mirando vídeos de rallys en YouTube.

Simón solo tenía 12 años cuando comenzó a soñar con ser piloto de rally. Cerebral y de carácter tranquilo, este conductor habla de su afición con desbordante entusiasmo: “Cuando voy al volante de mi coche olvido todo lo que hay a mi alrededor. Es una sensación fantástica”, dice.


La seguridad tiene prioridad: amigo y compañero de equipo Ariel ajusta a Simón la ropa ignífuga bajo el.


“Aprendí yo solo”, cuenta Simón. Y es que le faltaba tiempo para realizar el entrenamiento correspondiente. “Mi profesión es conducir camiones. Los rallys son y seguirán siendo un hobby”. En sus épocas de principante, a los 18 años, gastaba todos sus ingresos en echar gasolina: “Mientras, mis amigos gastaban su dinero en salir de fiesta”, recuerda. Solía salir con su coche por la noche o por la mañana temprano para aprovechar las horas de poco tráfico. “El objetivo era practicar, sobre todo en subidas y curvas cerradas”. Para iniciarse en el mundo de las carreras de rally no solo hace falta bastante experiencia sino también mucho dinero —para el vehículo, el equipamiento y las licencias.


Concentración antes de la salida —Simón al volante de su coche de rally.


300 metros de desnivel.

Esta es su primera temporada del año, y la “Subida a Aia” es la tercera prueba puntuable del Campeonato Vasco de Montaña. Se trata de 3 780 metros cuesta arriba con 300 metros de desnivel entre el punto de partida y la meta. La receta del éxito: mantener la potencia, meter las marchas apropiadas y frenar en el último momento. Simón: “Quiero adquirir experiencia para estar al mismo nivel que los demás. Casi todos los pilotos que participan en estas pruebas tienen mucha más experiencia que yo y no va a ser fácil”.

Simón llega a Aia con su hermano Mauro y su amigo Ariel un día antes de la competición. En el remolque llevan el coche: un vehículo color rojo de 16 válvulas con 103 kW de potencia. Primer obstáculo: el control técnico. “Pasar este control es tan importante como la carrera misma”, dice al mismo tiempo que pega el número “60” sobre la puerta del copiloto. 60 es el número total de coches que competirán en las distintas categorías y significa que Simón será el primero en salir en la carrera del día siguiente.

La cubierta del radiador y los conductos de combustible no están suficientemente protegidos. “Tengo dos horas para mejorarlo”. Con ayuda de un atornillador eléctrico, Ariel perfora orificios en el guardabarros para fijar la nueva parrilla del radiador. Los conductos de combustible reciben una capa adicional de cinta ad­hesiva. Finalmente, uno de los miembros del equipo de control le entrega a Simón un certificado en la mano.

Son ya las 20:30 horas. Los pilotos se dirigen con sus coches a Andatza para pasar la noche.


A la mañana siguiente, el padre de Simón se incorpora al equipo. “Al principio, mis padres no estaban de acuerdo en que corriera rallys, pero ahora me apoyan en todo lo que pueden”, dice observando el cielo para decidir finalmente qué neumáticos va a utilizar.

La calle principal de la pequeña población parece una recta de boxes. El ruido de los motores es ensordecedor, ya que estos vehículos carecen de silenciadores de escape. El tramo hacia Aia ha sido bloqueado para el tráfico normal. Simón limpia el parabrisas de su coche para que no se empañe durante la carrera. A su lado se escucha el ruido de un motor al arrancar. “Aquí se ven coches que cuestan hasta 90 000 euros, es evidente que éstos juegan en otra liga diferente a la nuestra”, dice Mauro controlando la presión de los neumáticos.


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La decisión está tomada: El equipo decide no cambiar los neumáticos. En la pista seca los neumáticos de lluvia quedarían arruinados.

Simón se apoya una y otra vez en el asiento del coche, coge el volante. Mauro alivia un poco la presión del aire de los neumáticos. Simón es novato en esta prueba: “No compito por un primer puesto, eso lo harán otros. Lo hago simplemente para evaluar mi rendimiento y ver cuál es mi potencial”. El recorrido es corto, pero con curvas peligrosas. “Un solo error y puedo olvidarme del campeonato”. El primer recorrido de prueba es decisivo para poder seguir participando en la próxima etapa y el resto de temporada.

Para calentar los neumáticos se desplaza en zig-zag hacia la parrilla de salida. Una vez que el coche de seguridad ha completado su recorrido de control de la pista, el oficial de carrera da la señal de salida.


Pasión por el rally.

La aceleración es mejor de lo que había pensado. El coche de Simón arranca con gran dinamismo, y el público aplaude con entusiasmo. Muchos de los espectadores ya están aquí desde la noche anterior. Los vascos son muy aficionados a los rallys —las montañas y las carreteras sinuosas hacen que las competiciones sean muy atractivas. Uno de los coches participantes ha perdido aceite durante el trayecto de prueba. Antes de la primera vuelta, el personal de bomberos tiene que limpiar la calzada.

Esta carrera es puntuable para participar en los siguientes campeonatos y de allí que mantener una velocidad alta sea esencial. El número de revoluciones debe permanecer alto, por eso la mayoría de los pilotos frenan con el pie izquierdo, mientras que el derecho permanece en el acelerador. “Los mejores pilotos frenan con el pie izquierdo. Yo aún no tengo la experiencia necesaria para hacerlo”. Mauro y Ariel se acercan una vez más para despedirlo antes de la salida. Ha llegado el momento decisivo.



En la primera vuelta oficial, Simón arranca bien y logra tomar todas las curvas con velocidad. Esta vuelta la ha realizado con un segundo de ventaja en comparación con el recorrido de prueba: 2 minutos 28 segundos. Para otro de los corredores la carrera ha finalizado, su coche ha volcado a mitad del recorrido. El rendimiento de Simón es impecable —su equipo lo celebra junto a la furgoneta.

De pronto comienza a llover. Todos se ponen en movimiento para realizar el cambio de neumáticos. El público se protege con paraguas y lonas de plástico. Simón continúa la carrera hasta el final, pero la pista mojada no contribuye a que logre mejorar su tiempo. Además, en las últimas curvas de la subida el radiador sufre una avería. “Bueno, eso significa que tengo mucho que hacer hasta la próxima etapa”, dice sonriendo satisfecho.

La carrera ha finalizado. Simón ha quedado en el quinto puesto entre los 16 participantes dentro de su categoría. Mañana a las 7:30 horas, este conductor volverá a ocupar su sitio tras el volante de su Actros.

Fotos: Sebastian Vollmert

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