4-Xtremes – Parte 24: polizones y viajes felices

En las últimas semanas hemos vivido tantas cosas que necesitamos fotos y marcas en mapas para acordarnos de todo. Para recordar el evento más importante no necesitamos ayuda: estamos de vuelta en Europa, en Sicilia.

Lo sabíamos: iba a ser difícil ir más allá de Túnez. Las fronteras de su vecino del oeste, Argelia, estaban cerradas hasta nuevo aviso debido al coronavirus. Al este, cruzar un país en crisis como lo es Libia iba a ser complicado, pero queríamos intentarlo. Intentamos conseguir un visado de tránsito con varios funcionarios, sin conseguir ni una sola respuesta.

Invitación al iftar.

Así que solo nos quedaba «volver» a Italia. La vuelta desde Djerba a Túnez nos dejó vistas espectaculares. Por ejemplo, en Matmata. El pueblo bereber cuenta con viviendas excavadas de siglos de antigüedad, que sirvieron de decorado para «Star Wars», seguro que recordaréis que visitamos algunas.

Acampamos junto a la mezquita. El anochecer, paseando por las viviendas y con el sonido de la llamada a la oración, fue un momento mágico. Y, si no fuera suficiente: el dueño del lugar donde estábamos acampados nos invitó al iftar, la comida que toman los musulmanes al anochecer durante el ramadán. Nos fuimos a dormir felices y con el estómago lleno. Hasta que nos despertó la llamada a la oración a las 4:00 de la madrugada.

La siguiente parada era el anfiteatro de El Djem, que tiene 1.800 años y ofrecía espacio para 35.000 espectadores. En sus paredes encontramos muchos nombres garabateados, tanto en árabe como en latín, algunos con fecha o con el año.

En el aparcamiento frente al puesto de billetes se arremolinan los jóvenes. Túnez es un país muy bonito para los visitantes: para muchos jóvenes locales, el país no ofrece ninguna perspectiva. Por eso intentan llegar a Europa como polizones. Al caer el sol, un joven quiere colarse en la compuerta de regulación de aire de nuestro vehículo. Lo detectamos a tiempo.

Antes de entrada en la zona del puerto, se forma un atasco en una carretera poco iluminada. Allí, grupos enteros esperan su oportunidad. Intentan subirse al techo de cada furgoneta o camión, o bien esconderse debajo del vehículo. Hasta que la columna vuelve a ponerse en marcha, Mike vigila y pilla a otros dos jóvenes que se han arrastrado bajo el Axor.

Por fin en el barco.

En el puerto, bajamos para una última comprobación. Otro joven se había escondido en nuestro techo. Los funcionarios fronterizos contemplan la escena sin inmutarse y dejan toda la responsabilidad en manos de la empresa del barco. Son las 2:00 cuando el barco zarpa. Diez horas después llegamos a Palermo. Los funcionarios de la frontera son muy amables, les encanta nuestro Axor y hacen fotos. Nos ponemos de acuerdo: podemos pasar la cuarentena en nuestro camión.

Fotografías: 4-Xtremes