N-623: La carretera de los puertos

Reportaje

Burgos-Santander por el Escudo.

Hasta la finalización de la autovía A-67 en julio de 2009 el principal nexo de unión entre la Meseta Central y la costa cantábrica a través del puerto del Escudo fue la mítica N-623 Burgos-Santander, una vía que también enlazaba con los ejes transversales procedentes del Mediterráneo, razón por la cual esta carretera nacional era transitada a diario por cientos de camiones. Conocida por los profesionales como «la carretera de los puertos», los nostálgicos la han rebautizado como «la carretera de los sueños».


Cuando a finales de julio de 2009 se dio por finalizado el último tramo de la Autovía de la Meseta (A-67) entre Venta de Baños (Palencia) y Santander, llegó el punto y final para una de las carreteras más camioneras de nuestro país.

Hasta el 28 de julio de 2009 la «vieja» N-623 Burgos-Santander había sido con sus 152 kilómetros de trazado el único nexo de unión entre la Meseta Central y la costa cantábrica a través del mítico y siempre peligroso puerto del Escudo (1.011 metros).

Para sustituir las duras rampas y pendientes de la N-623 la autovía A-67 se convirtió en la infraestructura vial más costosa de la historia de España y en un orgullo de la ingeniería civil de la época, que fue capaz de levantar, entre otros «trabajos de Hércules», el viaducto de Montabliz que con sus 145 metros de altura se convirtió en el puente más alto de España y en el sexto de Europa.

Ahora la N-623, la denominada por los camioneros como «la carretera de los puertos», ha cambiado su prosaico nombre de antaño convirtiéndose para los nostálgicos que la recorren en la poética «carretera de los sueños», una vía que en territorio cántabro y antes de llegar a Puente Viesgo discurre durante 30 kilómetros en paralelo al curso del río Pas.



«Hasta la finalización de la autovía A-67 la carretera nacional N-623 fue la conexión entre la Meseta Central y la costa cantábrica».



Los puertos de la N-623.

La N-623 transcurre a lo largo de 152 kilómetros (93 kilómetros por Burgos y 60 kilómetros por Cantabria) y su trazado nos lleva desde los 859 metros de altitud de la capital burgalesa a los 15 metros de Santander, y viceversa, una diferencia que explica porqué los profesionales le dieron a esta ruta el sobrenombre de «la carretera de los puertos».

Además del puerto del Escudo, ubicado justo en el límite entre ambas provincias, la N-623 contaba y cuenta en su recorrido con los puertos de Páramo de Masa (1.050 metros), Portillo del Fresno (1.047 metros) y Carrales (1.015 metros), todos ellos con mayor altura que el Escudo pero sin las duras rampas de hasta el 15% de desnivel.

Y todo ello sin olvidarnos del tramo que atraviesa las Hoces del Alto Ebro, donde las dificultades para los camiones nada tienen que envidiar a las de cualquier puerto de montaña.



Una carretera estratégica.

La N-623 fue desde el siglo XIX, y principalmente durante las décadas de los años setenta y ochenta del siglo XX, una de las carreteras más importantes de la Península Ibérica para el transporte de mercancías. 

Su valor estratégico no se debía tan sólo a que esta vía sirviera de unión entre Burgos y Santander, sino también porque poco antes de llegar al puerto del Escudo la N-623 conectaba con la N-232 entre Santander y Vinaroz (Castellón), que durante décadas fue la conexión entre la cornisa cantábrica, Zaragoza y el litoral mediterráneo.

Por no hablar de que procedente de Sagunto (Valencia) y a través de Teruel a la capital burgalesa también llegaba la N-234, un entramado vial de primer orden que convirtió a la N-623 en un trazado que a diario era transitado por cientos de camiones pesados.


«Durante los años setenta y ochenta del siglo XX la N-623 fue una carretera estratégica para el transporte español de mercancías».



Burgos-Santander: Una auténtica etapa reina.

Nada más abandonar Burgos la N-623 comparte trazado con la N-627 hasta San Martín de Ubierna, pero es a 40 kilómetros de la capital castellana cuando nos encontramos con los 1.050 metros de altitud del primer puerto de la jornada: Páramo de Masa.

Por la ventanilla de la derecha podemos ver el desvío a la CL-633 que nos lleva hasta Poza de la Sal, de donde los romanos extraían el llamado “oro blanco del César”, que no era otra cosa que la sal procedente de un antiguo mar.

A partir del kilómetro 49 la N-623 comienza a transitar paralela al río Rudrón, afluente del Ebro, una zona de impresionantes perfiles rocosos, aunque antes habremos superado los 1.047 metros del Portillo del Fresno, el segundo puerto de esta ruta.

Aunque no lo creamos estamos en las proximidades del viejo campo petrolífero de Sargentes de la Lora. En esta zona se extrajo petróleo desde 1900, aunque fue en 1964 cuando uno de los pozos lanzó un chorro de oro negro que según las crónicas alcanzó los 50 metros de altura.

Continuamos ruta y superado el pueblo de Quintanilla-Escalada comenzamos el complicado y difícil ascenso a las Hoces del Alto Ebro, un lugar de singular belleza donde seguramente muchos camiones y profesionales se dejaron el resuello.

Pero todavía no podemos cantar victoria porque en el kilómetro 78 nos encontramos con los 1.015 metros del puerto de Carrales, la tercera dificultad de una jornada convertida en una auténtica etapa reina.

Antes de acometer la subida y bajada del puerto del Escudo dejamos a nuestra izquierda el Embalse del Ebro, que en 1952 dejó bajo sus aguas los pueblos de Medianedo, La Magdalena, Quintanilla y Quintanilla de Bustamante y que alimenta mediante trasvases los ríos Besaya y Pas, que proporcionan agua potable a la mayor parte de Cantabria.

Mientras tanto por nuestra derecha dejamos el cruce con la N-232 Santander-Vinaroz y acometemos la subida al puerto del Escudo, cuya cima está a 93 kilómetros de Burgos y que sirve de entrada a Cantabria.



El mítico Escudo.

Afirman los más veteranos que el puerto del Escudo es difícil y peligroso en verano y que es igual de difícil y peligroso en invierno, lo que explica que la N-623 fuera una de las carreteras con mayores índices de accidentabilidad.

Multitud de travesías y cruces, rampas de hasta un 15% de desnivel y un único carril por sentido, fueron la causa de multitud de colisiones y la explicación de que por sus desniveles a un lado y otro de la carretera se despeñaran muchos camiones cargados hasta el máximo que permitía su MMA y más allá.

Las otras alternativas eran San Glorio y Los Tornos, puertos poco aconsejables, así que el Escudo se convirtió en paso habitual para todos los camiones de la época, encabezados por los Pegaso y Barreiros.

En la cúspide del Escudo nos espera la Pirámide de los Italianos, un extraño monumento de 20 metros de altura hoy abandonado y que fue construido en 1937 para acoger los cuerpos de 372 soldados italianos muertos durante la conquista de este importante vértice.


«Con rampas de hasta el 15% de desnivel el Escudo es un puerto con dificultades máximas para los camiones».



Siguiendo el curso del río Pas

Tras el descenso del Escudo y ya en territorio cántabro la N-623 sigue desde Luena el curso del río Pas, adentrándose hasta la localidad de Puente Viesgo en la belleza de los Valles Pasiegos, hoy convertidos en uno de los atractivos turísticos del interior de Cantabria.

A partir de aquí nos restan tan sólo 30 kilómetros para llegar a Santander atravesando localidades de pasado tan camionero como Renedo de Piélagos o Parbayón, para finalmente desembocar en el Cantábrico.

En la actualidad la «carretera de los puertos» no ha olvidado su pasado camionero y curiosamente todavía sigue siendo transitada por un buen número de camiones y de nostálgicos de las viejas rutas.

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