Camiones y música «bakalao»

Reportaje

N-III: La historia de la carretera Madrid-Valencia.

En 1940 el Plan Peña crea en España seis carreteras radiales de carácter nacional y de esta forma la N-III se convierte en el camino que une Madrid («puntito cero») con Valencia. Hasta su conversión en A-3 a comienzos del siglo XXI la N-III será una de las rutas camioneras por excelencia, un itinerario por donde llegan al Mercado de Legazpi las frutas y verduras procedentes del Levante y por donde se reparten al resto del país muchas de las mercancías que tienen su origen en el puerto de Valencia. En la década de los ochenta y los noventa la N-III también será conocida por el sobrenombre de la «Ruta del Bakalao».


Con 352 kilómetros de recorrido la actual Autovía del Este (A-3) sigue en muchos de sus tramos el trazado que tenía la antigua y muy camionera N-III, que en 1940 con Alfonso Peña como Ministro de Obras Públicas se convirtió en una de las seis principales carreteras radiales que unían Madrid con el resto de España.

Pero la historia de la vieja carretera Madrid-Valencia había comenzado un par de siglos antes, concretamente un 10 de junio de 1761, cuando durante el reinado de Carlos III se apostó por el desarrollo de “caminos rectos y sólidos” que sirvieran para vertebrar el comercio en España. El que unía Madrid y Valencia era uno de esos caminos.

A partir de 1926 y para responder al creciente tráfico de automóviles y de camiones de mercancías el camino entre Madrid y Valencia entró a formar parte del Circuito Nacional de Firmes Especiales, una medida que daría lugar a la creación de una incipiente red de Paradores Nacionales y de albergues de carretera.

Finalmente, en el periodo de la Segunda República la carretera de Madrid-Valencia-Castellón ya fue considerada como una de las Carreteras Radiales de Primer Orden, convirtiéndose entre 1936 y 1939 en la única salida al mar para el gobierno republicano.


En 1940 el Plan Peña consideró a Madrid el «Kilómetro Cero» y a partir de aquí creó seis carreteras radiales de ámbito nacional, entre ellas la N-III.
En 1940 el Plan Peña consideró a Madrid el «Kilómetro Cero» y a partir de aquí creó seis carreteras radiales de ámbito nacional, entre ellas la N-III.
Hoy la N-III está en desuso, salvo el tramo Honrubia-Requena que se mantiene como alternativa a la A-3. Su asfalto ha sido conquistado por la naturaleza.
Hoy la N-III está en desuso, salvo el tramo Honrubia-Requena que se mantiene como alternativa a la A-3. Su asfalto ha sido conquistado por la naturaleza.

La N-III y el Plan Peña.

Sobre la base del Circuito Nacional de Firmes Especiales en 1940 el ministro de Obras Públicas e ingeniero de caminos, Alfonso Peña, fue el encargado de elaborar un plan para la reconstrucción de muchas de las carreteras que habían resultado destruidas o dañadas durante la Guerra Civil.

Por otro lado, el bautizado como Plan Peña también tenía como objetivo crear una nueva nomenclatura para la red española de carreteras y en este sentido partiendo de Madrid, considerado como el “Kilómetro 0”, se crearon las seis carreteras radiales de rango nacional que hoy y con distintos nombres todavía subsisten: N-I (Madrid-Irún), N-II (Madrid-Barcelona-Francia), N-III (Madrid-Valencia), N-IV (Madrid-Sevilla-Cádiz), N-V (Madrid-Badajoz-Portugal) y N-VI (Madrid-A Coruña).


«La N-III nace en 1940 como una de las seis carreteras nacionales de carácter radial creadas por el Plan Peña».


Esta clasificación duró hasta aproximadamente 1980 y a partir de ese momento con el paulatino desdoblamiento de la vieja N-III fue surgiendo poco a poco la actual A-3 (esta denominación se adopta en 2003), conservándose el tramo de un carril por sentido de la antigua N-III entre Honrubia (Cuenca) y Requena (Valencia) como alternativa «satélite» de la A-3.

Por último, señalar que en la década de los setenta del siglo XX la N-III fue la primera carretera española en disponer de distintivo europeo de autopista, una calificación que en la actualidad es la de E-901.


Muchos transportistas veteranos todavía recordarán las fuertes rampas del Puerto de Contreras y sus peligrosas curvas.
Muchos transportistas veteranos todavía recordarán las fuertes rampas del Puerto de Contreras y sus peligrosas curvas.
La construcción del Embalse de Contreras trajo consigo un entramado de túneles y un viaducto que sirvieron para salvar el principal obstáculo de la N-III.
La construcción del Embalse de Contreras trajo consigo un entramado de túneles y un viaducto que sirvieron para salvar el principal obstáculo de la N-III.

El trazado de Lucio del Valle.

En su época el trazado de la carretera Madrid-Valencia estuvo considerado por los expertos como uno de los mejor diseñados y ello se debe en particular al buen trabajo realizado por el ingeniero de caminos Lucio del Valle, que a mediados del siglo XIX y sobre la base del camino ya existente se encargó de diseñar lo que con el tiempo acabaría siendo la N-III.

En la actualidad la A-3 comienza en Madrid en la Plaza del Conde de Casal, pero en otros tiempos la carretera Madrid-Valencia discurría por el interior de la capital siguiendo la Avenida del Mediterráneo y atravesaba el barrio de Vallecas a lo largo de la Avenida de la Albufera, nombres que nos hablan muy a las claras de cuál era el destino de dicha carretera.

En el trazado diseñado por Lucio del Valle la N-III transcurría por el Puerto de Contreras, un lugar que los camioneros más veteranos seguramente conocen muy bien por la dureza de sus cuestas y por la peligrosidad que tenían algunas de sus curvas. Fue en una de estas curvas donde el 16 de abril de 1973 moriría el cantante Nino Bravo víctima de un accidente de tráfico. Esta curva sería corregida en los años ochenta.


«Durante mucho tiempo el Puerto de Contreras con sus duras rampas y sus peligrosas curvas fue protagonista de la N-III».


Tras la construcción del Embalse de Contreras la A-3 transcurre actualmente a través de sus túneles y el viejo puerto es un lugar de tránsito para los nostálgicos que quieren conocer como eran las carreteras del pasado.

El desdoblamiento de la N-III comenzó en 1964 en el tramo comprendido entre los kilómetros 3 al 11, para en 1993 alcanzar hasta la localidad conquense de Honrubia, lo que acortó y facilitó  mucho el tránsito entre Madrid y la costa mediterránea.


En 1973 la serie «Los camioneros» transcurría a lo largo de la N-III entre Valencia y el mercado madrileño de Legazpi.


Tabaco y naranjas a mitad de precio.

A finales de 1973 la veterana N-III sirvió de escenario para uno de los capítulos de la popular serie televisiva «Los camioneros», dirigida por Mario Camus y protagonizada por un jovencísimo Sancho Gracia, y donde podemos ver todavía en funcionamiento el Hotel Claridge, hoy cerrado y convertido en monumento a un pasado mejor.

Todos los días, mejor dicho todas las noches y todas las madrugadas, llegaban al viejo mercado de frutas y verduras de Legazpi decenas de camiones procedentes de Levante y en dicho capítulo de «Los camioneros» el Pegaso 1080 «cuatro patas» con los colores de Empresa Montaña realiza ese mismo recorrido llevando un cargamento de naranjas.

En el camino Paco (nombre de Sancho Gracia en la ficción) y su compañero de volante Brito «el Gafe», se cruzan con una infinidad de personajes y viven un sinfín de disparatadas aventuras, siempre sin exceder los 60 km/h que era el máximo que por aquel entonces establecía la normativa de tráfico para los camiones.


«En 1973 la N-III fue protagonista de uno de los episodios de la popular serie televisiva “Los camioneros”».


En algún momento de su viaje nocturno Paco y Brito se detienen a comprar tabaco -están a 197 kilómetros de Madrid y 115 de Tarancón- más o menos a la altura de Motilla del Palancar (Cuenca), pero curiosamente el bar en el que entran no vende tabaco, algo impensable en la España de los setenta donde el porcentaje de fumadores era abrumador en nuestro país.

Viendo “Los camioneros” es curioso apreciar como era en aquel momento la señalización de la calzada, en color amarillo y tan sólo las líneas que separan ambos carriles, porque fue hacia 1974 cuando se estableció la actual pintura blanca y se convirtió en obligatorio señalizar los límites exteriores de la calzada además de las líneas centrales.

A falta de tabaco nuestros camioneros deciden cenarse una paella con su correspondiente botella de vino tinto y una copa de coñac de postre, y es que en aquellos tiempos la dieta no era cuestión que preocupara mucho, el alcohol al volante no estaba prohibido y la imagen de los camioneros estaba demasiado distorsionada con respecto a la realidad.


Entre finales de 1936 y comienzos de 1937 la carretera de Valencia fue utilizada para salvar las obras de arte del Museo del Prado.


La carretera de la Segunda República.

Durante la Guerra Civil la carretera de Valencia fue el nexo de unión del Madrid republicano con el Mediterráneo, ya que por el resto de carreteras el tránsito era imposible o estaba muy comprometido.

La ofensiva del Jarama tenía como objetivo «cortar» esta línea de comunicación, pero hasta el final de la contienda esta carretera se mantuvo abierta y en los últimos meses de 1936 y los primeros de 1937 por ella circularon las obras de arte que viajaron de Madrid a Valencia para su protección.


«Entre 1936 y 1937 por la N-III viajaron a Valencia muchos de los cuadros del Museo del Prado que huían de los bombardeos».


En ese mismo periodo el gobierno republicano también se trasladó provisionalmente a Valencia, un itinerario que en coche se podía cubrir en unas 24 horas y que en camión necesitaba mucho más tiempo.

Los camiones circulaban a una velocidad media de 15 km/h para no dañar las obras de arte y, además, en el Puente de Arganda el reducido gálibo impidió que los vehículos cargados con algunos de los 361 cuadros procedentes del Museo del Prado pudieran pasar. Así que se hizo necesario descargarlos y cruzarlos a mano.

Décadas después de aquella epopeya la N-III se haría famosa bajo el seudónimo de «Ruta Destroy« o «Ruta del Bakalao» como decidieron llamarla los medios de comunicación. 

Todos los fines de semana de buena parte de la década de los ochenta y de los noventa cientos de jóvenes recorrían la N-III para llegar a las discotecas valencianas donde la diversión era escuchar una música discotequera que rápidamente fue bautizada como «bakalao».

Todavía sin comentarios