Colorida carga: Cristian Salguero y su Arocs 1845

Economía & logística

En la cantera dorada.

Cristian Salguero transporta a bordo de un Arocs toneladas de árido de color dorado y características únicas: el albero.


«El albero es polifacético», dice Cristian mientras observa como la pala de una retroexcavadora cargadora deja caer el árido dorado en el volquete de su Arocs 1845. «Lo que más me gusta de él es su intenso tono amarillo», agrega. En la cantera sevillana el aire es seco y el sol luce a sus anchas, provocando destellos aquí y allá en los montículos de albero.

Cristian trabaja transportando áridos desde hace una década. «El uso del albero está en boga», dice. «Es práctico y estético, y se utiliza tanto en la construcción como en la decoración de exteriores».

A los pocos minutos, el operario de la retroexcavadora cargadora le hace una señal: el volquete está lleno. Cristian asiente, sube al Arocs y se dirige a la báscula: 24.500 kilogramos de carga, todo en orden.


24.500 kilogramos: la carga no supera el peso máximo.
24.500 kilogramos: la carga no supera el peso máximo.
Ya sea como piedra natural o pulverizado: el albero es un material polifacético.
Ya sea como piedra natural o pulverizado: el albero es un material polifacético.

Este profesional deja atrás la cantera y se dirige a las cercanías del centro comercial «Los Alcores», a apenas ocho kilómetros de distancia. Allí accede a un terreno en obras donde se levantarán unos grandes almacenes.  Cimentar y nivelar la superficie requiere toneladas de áridos, en este caso albero por su excelente compactación.

Cristian saluda con la mano al encargado de la obra y accede despacio al área en construcción pues el terreno aún tiene fuertes desniveles. Un colega le confirma el punto exacto donde efectuar la descarga. Cristian maniobra con movimientos seguros, detiene el Arocs y mira por el retrovisor antes de accionar el sistema hidráulico para elevar el volquete.

«Antes de abrir la trampilla trasera hay que asegurarse de que alcanzó el ángulo de vuelco adecuado», dice. Una vez efectuada la descarga, inicia la marcha del vehículo a baja velocidad hasta que alcanza de nuevo la carretera. Repetirá el recorrido y la acción hasta quince veces por jornada.



«Me gusta alternar la cantera con la obra y la obra con la carretera», dice Cristian, «mientras conduzco disfruto del silencio y en la carga y descarga siempre coincido con algún compañero. Es la combinación perfecta», asegura.

La demanda del albero es cada vez mayor. Recintos feriales, senderos de las principales romerías andaluzas, parques urbanos, campos de fútbol… cada vez son más los lugares que lucen este luminoso árido. «Además de estético es duradero, resistente y seca rápido, evitando que se forme lodo o barro cuando llueve», explica Cristian.

El recorrido es breve, ya se divisa la cantera dorada de lejos. El sol sigue campando a sus anchas. Cristian sonríe.



Fotografías: Begoña Tremps

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