Con su Arocs 3263 8x4, Friedhelm Schäfer recoge madera de los bosques finlandeses

Reportaje

Hay que saber interpretar la carretera.

El invierno es la estación principal para los conductores que transporta madera en Finlandia. Un oficio lleno de retos, tal como demuestra una visita a Friedhelm Schäfer y su Arocs.


¿Resbaladiza? No, la nieve en la carretera no está resbaladiza. Sí lo está en la época del deshielo, cuando se forma agua sobre la carretera helada. Pero hoy el tráfico puede circular, hay indicada una velocidad de 80 km/h. La nieve es el estado habitual cinco meses al año. Bienvenidos al invierno finlandés.

Temporada alta en el bosque: hasta que la tierra no se congela, las cosechadoras y los camiones no pueden entrar sin hundirse hasta los ejes en el suelo negro y pantanoso.

Friedhelm Schäfer, más conocido como Veikko por sus amigos, inicia la ruta en Lahti, aprox. a una hora al norte de Helsinki. Carretera nacional, una pequeña carretera bien despejada, una estrecha carretera secundaria sin despejar... A bordo de su Arocs 3263 8x4 se encuentra a diario un montón de condiciones distintas. El camino del bosque está a la vista. «No usamos mucho las cadenas, pero aquí no queda otra. Es imposible recorrer el camino sin ellas», afirma el conductor de 50 años y detiene el camión.


Toca poner las cadenas.

Se pone a toda prisa los guantes de trabajo forrados para protegerse las manos de los eslabones afilados de las cadenas y el frío extremo. Retira el guardabarros del eje motriz delantero, equilibra las cadenas en las ruedas dobles y las aprieta como es debido. Por el otro lado hay que hacer lo mismo, a continuación dar marcha atrás medio metro y cerrar las cadenas, una maniobra que en total apenas dura dos minutos.

Entramos en el estrecho camino del bosque. Cambio a mano a la quinta, sexta, séptima marcha: las revoluciones del OM 473 de 460 KW, siempre en torno a 1.800. Las ventanas están abiertas para que Veikko escuche si se aflojan las cadenas. Las ramas golpean contra los espejos, entra nieve en la cabina.

El cielo tiene un color gris claro, el camino del bosque es completamente blanco... casi no se diferencian. En todo caso, se puede intuir si bajo la nieve hay realmente camino o si empieza ya el terraplén. ¡Huy! El camión resbala hacia la izquierda. Veikko levanta el pie del acelerador y corrige moviendo el volante con contundencia.



Veikko se pone manos a la obra.

A los dos kilómetros ya empieza a divisarse la pila de madera. Gira y maniobra en un espacio mínimo y deja así su camión en paralelo a los cientos de metros cúbicos de fina madera de abeto que más tarde se procesarán en el aserradero para convertirlos en tableros.

Veikko trepa a la grúa y se pone manos a la obra. La pinza hidráulica abarca hasta seis troncos. Empuja en un hueco algunos de los maderos de 5,20 metros de longitud: es importante que todos los troncos estén bien asegurados durante la marcha.

Los metros cúbicos se han cargado rápido en los camiones de Veikko y su colega Pete, que ha llegado al bosque en su Arocs al mismo tiempo. «Uno está un poco abandonado a su suerte aquí afuera. Cuando estamos dos, podemos ayudarnos el uno al otro», explica Veikko.



«Había soñado con Finlandia desde siempre. Entonces, llegó el momento de empezar realmente una nueva vida.»

– Friedhelm Schäfer (Veikko)


Sale del bosque con 76 toneladas.

¡En marcha! Ahora con 51 toneladas de madera y 76 toneladas de peso total. Cambia las marchas a mano, pero solo hasta la quinta. En este tramo hay que ir despacio y con buena letra, porque allí delante hay una pendiente horrible y justo detrás una curva. Pisa muy suavemente el freno, y el camión y el remolque se mantienen perfectamente dentro del carril.

Al final del camino del bosque hace otra parada breve. Veikko aprovecha para asegurar los troncos. «Así la carga queda mejor colocada. Además, si el remolque resbala a la zanja, la madera se cae afuera. Entonces hace falta la grúa y un poco de suerte para arreglar la cosa», explica.

Rumbo al aserradero. Son dos horas de trayecto, y tiene tiempo para reflexionar un poco. ¿Qué se necesita aquí para que todo vaya bien? Buenos neumáticos de invierno, cadenas y un eje trasero elevable para tener sobre el eje peso suficiente para arrancar con las cadenas. Pero el propio conductor no es menos importante. «Tienes que conducir sin miedo, levantar el pie del acelerador a su debido tiempo y no frenar de forma abrupta. Pero lo más importante es saber interpretar la carretera. En Iserlohn era un buen conductor, pero aquí tuve que empezar prácticamente de cero como si fuera un novato», añade Veikko.



Una vida nueva.

Parece que Iserlohn, su patria alemana, está a años luz de distancia. Veikko llegó a Lahti hace diez años sabiendo ya algo del idioma local, porque su madre es finlandesa y, de niño, solía pasar las vacaciones con sus abuelos. «Había soñado con Finlandia desde siempre. Entonces, llegó el momento de empezar realmente una nueva vida». Sus hijos, de 25 y 23 años, siguieron sus pasos, y aquí tuvo un tercer hijo, que ya tiene siete años.

«Nunca me había imaginado que el trabajo pudiera ser tan duro aquí en invierno. Pero al mismo tiempo es divertido», afirma Veikko. Los finlandeses le parecen hospitalarios y sinceros. Además: «No importa el tiempo que haga, el tráfico sigue funcionando».

El aserradero de Riihimäki. Báscula, punto de descarga... y 20 minutos después ya está vacío el camión. La calidad, el peso y el volumen de la carga se registran de inmediato y Veikko recibe una confirmación por correo electrónico. Con estos datos, finaliza el encargo en el ordenador portátil de su cabina y se pone en marcha para el siguiente desafío.


Fotos: Christoph Börries
Vídeo: Martin Schneider-Lau

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